El infierno desde el cielo: ataques con drones del CJNG y Los Viagras vacían Apatzingán, Michoacán

El infierno desde el cielo: ataques con drones del CJNG y Los Viagras vacían Apatzingán, Michoacán

Un habitante de El Mirador se anima a hablar para La Silla Rota y explica que su comunidad, así como las de El Guayabo y El Manzo, ya quedaron vacías y con la vida de los habitantes hecha añicos

Un cortador de limón originario de El Mirador explica a La Silla Rota que sólo pudo sacar una cama.Créditos: Carlos Arrieta

Por CARLOS ARRIETA / CORRESPONSAL

Escrito en ESTADOS el 1/8/2025 · 12:06 hs

Última actualización:1/8/2025 · 16:54 hs

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Apatzingán, Michoacán.- La ayuda humanitaria está puesta a prueba en la zona rural del municipio de Apatzingán, Michoacán, donde cerca de 300 habitantes de las comunidades de El Guayabo y El Mirador han tenido que abandonar sus viviendas por los ataques con explosivos lanzados desde drones por los cárteles de Los Viagras y el Jalisco Nueva Generación.

Las víctimas prefieren salvar sus vidas que seguir en medio de los impactos de esos artefactos explosivos que hace estallar el bloque criminal autodenominado Cártel Michoacán Nueva Generación (CMNJ).

El vaivén de camionetas cargadas con algunas pertenencias que lograron sacar los habitantes es constante.

 

Algunos lugareños pudieron sacar lo esencial para buscar una nueva vida en la cabecera municipal o en otros puntos de la Tierra Caliente.

 

«Nos vamos sólo con lo que nos dejaron los del crimen organizado»

Pero no todos tuvieron esa oportunidad. Eustaquio García, cortador de limón y originario de El Mirador, explica a La Silla Rota que sólo pudo sacar una cama, porque dice: “Son interminables los ataques”.

“Ahorita, como ven, ya voy de salida, para afuera con mi familia; nos desplazamos hacia Apatzingán (cabecera) y sólo con las cositas que me dejaron los del crimen organizado que se dicen CJNG, jaliscos”, cuenta Eustaquio.

 

El padre de familia, se anima a hablar para La Silla Rota y se muestra con tristeza, pero también con temor a esas organizaciones criminales del CMNG, por lo que decide cubrir su rostro y no es para menos.

“Estamos siendo bombardeados con drones, desde lo alto del cielo; caen los puros dronazos en las casas. Ya no tenemos seguridad aquí. Yo por mi seguridad, ya me voy”, reitera.

Con los brazos y piernas marcados por su labor en el campo, acompañan a Eustaquio sus hijos y su esposa, y revela que en los días en los que se quedaron atrapados entre la lluvia de explosivos, se sentían más seguros entre las huertas de limón.

“Yo, para protegerlos (a sus hijos y esposa), me voy al campo, a las limoneras. Debajo de los limones, oiga, pues no hay más”.

Ello, asegura, porque las viviendas han sido el blanco de esos artefactos explosivos, que han destrozado las casas con techos de lámina y algunas hasta incendiadas.

 

“Eso se escucha muy feo, muy feo. Los niños todos espantados por el ruidazo (de las explosiones). Muy feo, muy feo esto y ya no se puede más”, insiste.

«Nomás vienen a hacer presencia, a sacarse fotos y se van»

Entrevistado sobre la brecha que comunica a El Mirador con la cabecera municipal, el hombre de 40 años de edad platica que su comunidad, así como El Guayabo y El Manzo, ya se quedaron vacías y con la vida de los habitantes hecha añicos.

Voltea hacia su izquierda, porque le llama la atención el convoy de Ejército Mexicano y de Guardia Nacional, que circula sobre esa ruta.

 

“Pero mire, ya se van, oiga; ya se van. Nomás vienen a hacer presencia y a sacarse las fotos y ya se van. Es algo muy feo y muy triste y ya vio usted, el Ejército nomás llegó y se fue; acaba de salirse con todos los elementos, nos quedamos otra vez solos y desprotegidos”, lamenta.

Eustaquio, confirma que en esa ranchería ya sólo quedaban dos familias: la de él y la de otros jornaleros del campo, que ya decidieron salir.

Narra que el resto de los habitantes adultos solamente van en el día a darle de comer a los animales, a darle una vuelta a las huertas y a lo poco que ha quedado en sus casas.

Ya por la tarde, se salen, porque saben que reavivarán los ataques con explosivos y, con ello, continuará la destrucción de las viviendas y los pequeños comercios que había.

“Dejamos casas, animales, ganados y las casas todas despedazadas y a las 7:00 de la tarde tenemos que empezar a desalojar, porque nos empiezan a tirar los dronazos”, sostiene.

A pocos metros, está una de esas viviendas destruidas por las explosiones de esos artefactos que lanza el CMNG.

En esa casa-habitación no quedó más que un solo espacio. En una de las habitaciones, incluso, todavía cuelga de uno de los peldaños de una cabecera, la playera de un niño estudiante de primaria.

Los techos fueron impactados por los explosivos; las habitaciones y muebles, además, quedaron incinerados y hasta los cuartos de lavado, ventanas y otros accesos, inservibles.

 

El ataque en el que esa propiedad fue destrozada con explosivos ocurrió la madrugada del jueves pasado.

A decir de otro de los habitantes, por fortuna, los integrantes de esa familia estaban fuera: habían aprovechado el inicio del periodo vacacional para pasar unos días en Apatzingán.

De lo contrario, asegura: “Ahorita estarían muertos el padre y la madre de familia, así como sus cuatro hijos pequeños. Pues nomás vea cómo quedó la casa. Hasta las televisiones están calcinadas”.

El Guayabo

A menos de siete kilómetros de El Mirador, está la localidad de El Guayabo, otro de los poblados que han sido diariamente atacados por el CMNG y que ya provocó un éxodo mayor de habitantes.

El acceso a ese poblado es “vigilado” por personal de Guardia Nacional y Ejército que, con todo y su presencia, los embates y ofensivas de los grupos criminales no cesan.

Dentro de la ya casi despoblada localidad está un nutrido convoy militar que tiene como base la escuela primaria, también destruida por los ataques armados y explosivos.

Las tiendas de abarrotes y demás comercios, están cerrados; muchos de ellos siniestrados por los estallidos y por las ráfagas de los fusiles de asalto y ametralladoras.

Los perros, gatos y gallinas comen de lo que encuentran entre las ruinas de las viviendas, desde donde ya se despide un fétido olor y son la prueba de la cruenta ofensiva delictiva.

 

Altares religiosos (católicos) y una pequeña capilla, construidas en los portales de algunas viviendas, también muestran las señales de la violencia.

Todo esto ocurre, mientras a las afueras de esa comunidad, personal especializado del Ejército Mexicano detecta y hace detonar explosivos tipo mina, colocados por el CMNG sobre los caminos rurales.

Alcaldesa de Apatzingán y la ayuda a los habitantes afectados

En la plaza principal, una veintena de habitantes, se reúne con funcionarios del ayuntamiento de Apatzingán.

La comuna ya levanta un censo de víctimas de desplazamiento forzado y mantiene el plan emergente de ayuda humanitaria que anunció en días pasados la presidenta municipal, Fanny Arreola Pichardo.

Arreola Pichardo informó que ese censo es una de las acciones de su administración, para conocer el número de habitantes desplazados.

 

También dijo que para adecuar el plan de ayuda humanitaria, programar la rehabilitación de las viviendas destruidas y, con apoyo de la federación y el estado, lograr que en dos semanas las familias puedan regresar con seguridad a sus poblados.

Señaló que al día de hoy no es para nadie un secreto que la Tierra Caliente sufre esta situación de violencia generalizada de grupos antagónicos en disputa de un territorio.

Recordó que aproximadamente el periodo en que esto que ocurre ha rebasado a esta administración y seguramente a las últimas dos o tres donde tuvo su origen.

Resaltó la necesidad de que haya un registro fidedigno del número de familias que salen de sus hogares, de cuántos menores las acompañan, de cuántos niños desertan de la escuela a causa de la violencia.

“Y ese fue el llamado que hicimos el pasado jueves, intentar tener ese registro, construir esa base estadística, identificar a las familias para poder atenderlas en estos esquemas de, repito, asistencia humana, de apoyo humanitario con proximidad y algunos alimentos e instrumentos inmediatos para su hospedaje en la ciudad”.

Explicó que aunque el censo está todavía en desarrollo, al pasado 30 de julio, “lo que me informan de manera preliminar es que prácticamente el 70%-80% de lo que conocemos como la comunidad de El Guayabo se encuentra trastocada en mayor o menor medida por las huellas de violencia”.

“Es decir, alguna señal de daños por explosivos con dron lanzados desde el aire, y así como el tema de las perforaciones por balas. Entonces, al final del día, de manera puntual, lo estamos recabando, pero pues sí, de forma preliminar, 70% del lugar está colapsado”, adelantó.

Arreola Pichardo explicó que en el caso de El Mirador, el porcentaje de daño es un poco menor, pero no menos grave.

“Estimamos o se estima de forma preliminar cerca del 40%, 50% en la comunidad. Afortunadamente, aquí los casos han sido más esporádicos, menos continuos; sin embargo, también estamos preparando junto con Defensa una nueva jornada de asistencia social como la que se realizó en El Alcalde (comunidad), para poder atender emergencias de rehabilitación de los espacios como el tema de la escuela y de la plaza, así como apoyar en medida de nuestras posibilidades, la de las viviendas más afectadas”.

La alcaldesa destacó que un punto medular es que la gente perciba que puede y que tiene condiciones para regresar a sus comunidades y a sus hogares.

“Y pues en la medida de las posibilidades, nuestra intención y el espíritu de estas acciones es poder darles garantía y certeza de su regreso de manera segura a sus casas, a sus lugares de trabajo; a que puedan atender sus parcelas y el deseo es que puedan de manera paulatina, regresar a su vida cotidiana, en un par de semanas”, expuso.

 

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