!El Milagro!

Hermosillo, Sonora a diciembre 08 del 2021

Mi Carta de Hoy…

Remite: Alejandro Islas Galarza

¡El Milagro!

¡Hola, lector! El lunes por la tarde noche, convine una cita para la entrega de dos canastas navideñas, que su servilleta tiene a disposición –no esas, sino otras más– para la venta al público; la hora del encuentro se fijó a las 10:00 horas, en el edificio de oficinas ejecutivas Las Palmas, ubicado al Sur Poniente de la capital sonorense.

Mi cliente, vía WhatsApp respondió al llamado de venta que hice por esa misma plataforma…

–Yo te compro dos con todo gusto, escribió

Y dispuso el lugar para la entrega del producto…

–Edificio Las Palmas frente a Soriana Solidaridad, tercer piso con Julián Moreno.

–Va que va, respondí y agradecí la compra.

El martes, o sea ayer, me levanté muy temprano, como suelo hacerlo un día sí y otro también.

Optimista por la bendición de la primera venta, me dispuse a ponerme “guapo” para ir a corretear la chuleta.

No sin antes, disponer del obligado desayuno que Carmen, mi esposa, dispuso en la sagrada mesa.

Cumplido el rictus de agradecimiento, me enfoque en subir a la camioneta Dodge Van, modelo 1977, las canastas que yo mismo arme.

Antes de la hora pactada para la entrega de las dos canastas, me dirigí al Mercado Municipal “José María Pinos Suárez”, en donde ya antes, una joven familia me había solicitado una canasta.

Espere un rato, pero no llegaron, así es que como todavía faltaba como una hora para la cita anunciada.

Fui a buscar a mi contador, para saber en qué condiciones ando con el SAT.

Y tampoco estaba.

Me regrese al mercado, en espera de ver a mis clientes y no llegaron.

Ahí me encontré a mi cuñado Omar, quien me invitó un café.

Una breve y sustancial charla y me dispuse a continuar mi agenda del día.

Me dirigí al edificio Las Palmas, de acuerdo a lo convenido con mi cliente.

Llegue, estacione la unidad vehicular y me dispuse a descender con las canastas en ristre.

Entre al Lobbies del edificio y pregunte al guardia…

–Disculpe ¿la oficina de contador Ricardo Bours?, por favor.

—Suba por el elevador al tercer piso, ahí están enfrentito, respondió amable el guardia.

Como traía las dos canastas en mis manos, pedí que me ayudaran.

Una mujer que iba bajando, se ofreció ayudarme.

Ya en el elevador, espere llegar al tercer piso.

Llegué, se abrieron las puertas y descendí.

No acababa de llegar a las puertas de la oficina que se encontraban bajo candado, cuando escuche que alguien descendió del elevador.

Voltee y observe a un joven en muletas.

Me deje guiar por mi intuición y solo pregunte…

–¿Es usted Julián?

–Si, respondió el joven, quien con dificultad avanzó hacia mí.

–Yo soy Alejandro Islas, aclare.

–Ah sí, buenos días, saludó.

Y ahí se dio un breve y sustancial encuentro entre “dos almas gemelas”.

Juliá Jr., esperaba a alguien para que le ayudara a abrir la puerta de la oficina.

Volteó a ver si llegaba…

–Hay que abrir la puerta, dijo y sacó la lleve.

–Si gustas la abro, me ofrecí.

Procedí a abrirla y ya dentro, me indicó el lugar para colocar las canastas navideñas.

Espero en la recepción de la oficina.

En donde procedió a realizar la transferencia bancaria del costo de las canastas.

Me pregunto la cantidad…

Ahí aproveche para preguntarle qué es lo que le había pasado.

–Tuve un accidente vehicular y estuve en coma por dos meses.

Los mismos en los que su vida estuvo en juego.

No fue suficiente el trauma craneoencefálico que lo mantuvo en un vilo, previó a la operación.

Y luego, ya operado, el coma…

Vaya drama.

Se habló incluso de desconectarlo…

–Porque decían que difícilmente iba a despertar, pero con todo y eso, imagina a una madre de familia verse en esa situación; yo creo que ninguna madre estaría dispuesta a desconectar a su hijo…

–Mi madre nunca estuvo de acuerdo en desconectarme.

Ya entrados en la charla, aproveche un momento para compartir mi experiencia…

–Te entiendo perfectamente, porque a mí también me operaron del cerebro, me trepanaron a la altura de la cien del hemisferio izquierdo de mi cabeza y si te fijas, tengo un hoyo, porque no me pusieron placa.

Con el dedo índice le indique el lugar.

Entre Julián y su servilleta se dio un encuentro de dos almas que, dentro del inmenso Universo en el cual habitamos, coincidimos en una cita pactada por una tercera persona, pero ¿que fue?…

¿Causalidad? ¿Coincidencia? ¿El destino?

Para Julián y yo todo es producto de un Milagro.

Ambos logramos superar la muerte, en dos momentos entrelazados, pero en diferentes escenarios y tiempos de nuestras vidas.

Y surge la exclamación…

–Me acuerdo que el doctor Jesús Nevarez Velasco –neurocirujano que me operó–, cuando revise la carta de deslinde, le pregunte…

–¡¿Y si no me opero?!

–Igual se muere, reviró ipsofacto.

–Ah, mira, a mí también me opero el doctor Jesús Nevarez, atajó Julián Jr.

Los dos nos sorprendimos por el milagro del hallazgo.

Ya no era solo la experiencia vivencial, de haber superado a la muerte en dos tiempos y lugares diferentes.

Fue el mismo médico el que nos operó.

El mismo que dudo en operar a Julián, por temor a que muriera.

El mismo que previo a mi operación, creía que no la iba a librar.

El mismo que operó a Julián Jr, gracias a la insistencia de sus padres –de Julián, no del doctor– y familiares, que, quiero pensar, antepusieron su Fé en Dios, para que el Milagro se concibiera como tal.

Y el Milagro se hizo.

Como igual, aplicó en mí.

Y ahí andamos del tingo al tango, a la vista de todo el mundo y cada uno tratando de superar las secuelas que la cirugía nos dejó…

Aunque en el caso de Julián Jr, con más grado de complejidad.

–Mi vida dependía de otras personas que me bañaban, me cambiaban, me daban de comer, yo no podía hacer nada y sin embargo aquí estoy, con dificultades, pero luchando por salir adelante, comentó Julián Jr.

En una charla no pactada y que se prolongó lo suficiente como para entender que los Milagros si existen y que estos no necesitan del Visto Bueno del Vaticano…

–Nadie más que yo, mi familia, mis amigos, vecinos saben que lo mío es un milagro, veme, ¡aquí estoy!, dijo con un dejo de emoción.

Julián Jr., continuó hablando de su experiencia.

–Me acuerdo en una de esas visitas que me hizo el doctor Nevarez, me comentó que lo mío había sido un Milagro.

Exactamente la misma experiencia vivencial.

–Sabes Julián, a mí también me dijeron lo mismo, recuerdo que estando en terapia intensiva, recuperándome, el doctor Nevarez, se acercó a mí y me dijo, casi lo mismo, que lo mío había sido un Milagro.

Ya entrados en la comenta, Julián abundo…

–Fíjate que ayer que chateamos, sentí algo diferente hacia ti, no sé, algo, una sensación y mira ahora me doy cuenta de ello.

Sorprendido igual por el encuentro, no alcance a decir nada.

La emoción que acompaña al encuentro de dos entes que paradójicamente, insisto, son producto de la misma experiencia vivencial, en momentos, lugares y tiempos distintos, no tiene explicación.

Antes de concluir el dialogo, le pedí a Julián, comentara el encuentro con Ricardo…

–Si ves al contador, dile, platícale del encuentro, pedí.

–Mejor díselo tú, reviró Julián Jr.

En eso estábamos, cuando de pronto dije…

–Sabes que, mejor lo voy a escribir y les envió a los dos lo que escriba.

–De acuerdo y no dejes de enviármela, pidió Julián.

Nos despedimos, abordé el elevador y descendí hasta la planta baja.

Satisfecho sí, por la venta, pero…

Alegre por esa experiencia espiritual de encontrar a alguien que, como yo, a partir de nuestro propio parte aguas de vida.

Concebimos la vida de una forma distinta, diferente y que podría resumir en dos palabras.

¡Una Vida de Amor y Servicio!

Por ser resultado del Milagro de una segunda oportunidad de vida.

¿Cuándo fue lo de él?

¿Cuándo fue lo mío?

Es lo de menos, fueron sí, en dos tiempos y escenarios distintos… con un mismo resultado.

El Milagro de Dios.

¡Ánimo!

Mi Carta de Hoy. Dir. Villa del Lago No 48 Col. Las Villas. Tel. 2.54.44.98

e-mail papaitosonyahoo.es

www.micartadehoy.com

 

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